24 de septiembre de 2009


De esa noche, de esa calle.




Prefiere la inseguridad al inconformismo. El aliento de una mirada que la desea. El sabor del agua mezclada con barro (de esa noche, de esa calle). Una gota roja que viene desde donde se ha cosido la carne. Ella querría preferir el caos, la catarsis de la soga, el rasgueo de un lápiz hasta la envergadura de una auténtica destrucción, sin embargo se atreve, no lee de memoria, comprende la ficción de lo dicho, saca el habla, no sabe quien suena desde dentro, camina por el terreno limpio y cuadriculado hasta la convulsión, reconoce en el cuerpo del muerto aquello padecible, transable para el recuerdo, pero no soporta no saber registrar, tal como fue, el paso desde una aparente resignación (por no saber, por no ser capaz) a una inseguridad de escoger (por tener que elegir, por designar).


Para Pablo

Entonces




Entonces cayó, cayó esa imagen, venerada hasta la convulsión, exhibida, estrenada hasta lo absurdo, así como las entrañas suelen posarse en una vitrina mohosa que agolpa la sangre. Es imposible que se escriba tal como se vio, aún es improbable que se la deje de ver, porque está y permanece allí: la estafa, la carencia, ranura de párpados y boca descompaginada, grietas en la sonrisa que ya no ríe, el surco que deja una silenciada cuando se le escarba o factura la muerte.

23 de septiembre de 2009



Ojos que hacen bajar los nuestros
Una risa que se pierde sobre su boca
He aquí el retrato sin retoque
Del hombre a quien pertenezco
Cuando me toma en sus brazos,
Me habla todo bajo
Veo la vida en rosa,
Me dice palabras de amor
Palabras diarias,
Y eso me hace algo
Entró en mi corazón,
Una parte de felicidad
Que conozco la causa,
Es él para mi,
Mí para él en la vida
Me lo dijo, lo juró
Por la vida.
Y en cuanto lo perciba
Entonces siento en mi
Mi corazón que late.
Noches de amor por terminar más
Una gran felicidad que se sienta su
Problemas, penas se borran
Feliz, feliz a morir
Cuando me toma en sus brazos,
Me habla toda parte baja
Veo la vida en rosa,
Me dice palabras de amor
Palabras diarias,
Y eso me hace algo
Entró en mi corazón,
Una parte de felicidad
Que conozco la causa,
Es él para mi,
Mí para él en la vida
Me lo dijo, lo juró
Para la vida.
Y en cuanto lo perciba
Entonces siento en mi
Mi corazón que pega.

19 de septiembre de 2009

Yo no sé explicar tristeza

Hay alguien
Hay alguien que arma los papeles que yo rompo las venas que yo corto las cosas que no digo alguien escribe escondido los poemas que no hago
llora lo que no puedo
grita cuando no me sale la voz
Alguien desdichadocuando yo no sé explicar la tristeza

15 de septiembre de 2009

Juan Gelman

Mujeres

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397
mujeres en su mujer era difícil saber con quién trataba uno en ese pueblo de mujeres ejemplo:

yacíamos en un lecho de amor
ella era un alba de algas fosforescentes
cuando la fui a abrazar se convirtió en singapur llena de perros que aullaban

recuerdo cuando se apareció envuelta en rosas de agadir
parecía una constelación en la tierra
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha

como el sol que se ponía en su voz
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno
y cuando se dio vuelta
su nuca era el plan económico
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la dictadura militar
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer
yo estaba ligeramente desconcertado
una noche le golpié el hombro para ver con quién era y vi en sus
ojos desiertos un camello

a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar
y los demás desafinaban con él
esa mujer tenía la memoria desafinada

usté podía amarla hasta el delirio
hacerle crecer días del sexo tembloroso
hacerla volar como pajarito de sábana
al día siguiente se despertaba hablando de malevich

la memoria le andaba como un reloj con rabia
a las tres de la tarde se acordaba del mulo que le pateó la infancia una noche del ser
ellaba mucho esa mujer y
la devoraron todos los fantasmas que pudo alimentar con sus miles de mujeres
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo

yo compañeros una noche como ésta que nos empapan los rostros que a lo mejor morimos
monté en el camellito que esperaba en sus ojos y me fui de las costas tibias de esa mujer

callado como un niño bajo los gordos buitres que me comen de todo menos el pensamiento de cuando ella se unía como un ramo de dulzura y lo tiraba en la tarde